

España, país de tradiciones, país oculto en una nube de humo que solemos apartar con facilidad para lo que queremos. La fe nos mueve, pero no fe cristiana, sino fe por ser el primero que salga en la foto, fe en tener más que el vecino, fe por demostrar a un Dios que no sabemos si existe, lo devotos que somos. En estas procesiones podemos ver un poco de todo esto, son aquellos que contaminan el valor de las lágrimas y sudor de los pocos creyentes que quedan en este mundo hecho para agnósticos.
El Barrio de Santa Cruz es un barrio atípico, y su procesión también, igual se te acerca un nazareno borracho y te tira el aliento a DYC que te encuentras a una anciana entusiasmada con los ojos abiertos de par en par esperando ver a Jesús el Nazareno.
Yo personalmente me quedo con el brillo en los ojos de esa mujer, y con la madre explicándole a su hijo que es lo que significaba todo aquello, y con aquellos que dejan atrás rencillas por una vez al año y comparten sudor y sufrimiento bajando los pasos por aquellas empinadas calles…
Yo gracias a Dios, ni creo ni dejo de creer, como he dicho más de una vez, yo creo en mi, y en los que me acompañan, lo demás está de más.
Eso si, en estos días, pasados ya, de cuaresma y redención siempre me viene en mente uno de los pocos mandamientos que recuerdo tras largos años de clases de religión en el colegio:
“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.”
Nunca acabé de entenderlo.
El Barrio de Santa Cruz es un barrio atípico, y su procesión también, igual se te acerca un nazareno borracho y te tira el aliento a DYC que te encuentras a una anciana entusiasmada con los ojos abiertos de par en par esperando ver a Jesús el Nazareno.
Yo personalmente me quedo con el brillo en los ojos de esa mujer, y con la madre explicándole a su hijo que es lo que significaba todo aquello, y con aquellos que dejan atrás rencillas por una vez al año y comparten sudor y sufrimiento bajando los pasos por aquellas empinadas calles…
Yo gracias a Dios, ni creo ni dejo de creer, como he dicho más de una vez, yo creo en mi, y en los que me acompañan, lo demás está de más.
Eso si, en estos días, pasados ya, de cuaresma y redención siempre me viene en mente uno de los pocos mandamientos que recuerdo tras largos años de clases de religión en el colegio:
“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.”
Nunca acabé de entenderlo.