


Ayer se nos marchó el fotógrafo neoyorquino Irving Penn, se nos fue con 92 años de edad y con mucho cayo en el dedo de tanto darle al disparador.
Penn revolucionó la iconografía de la moda a mediados del siglo XX, unió arte, publicidad y vanguardia en un mismo coctel para servirlo en el más puro sentido comercial, fue discípulo del gran Alexey Brodovitch y sirvió de referente para otros como Richard Avedon o el mismo Mario Testino.
Uno de los aspectos fundamentales en la fotografía de Penn fue la utilización de esos contrastes de blanco y negro así como la descontextualización de los retratados, los cuales perdían su identidad para convertirse en objetos.
Una de las frases que pasaran a la historia de la fotografía salió de su propia boca, asegurando que “fotografiar un pastel también puede ser arte”
Sus obras, hoy en día, se exhiben en los principales museos del mundo, incluidos el MOMA.
Así pues despedimos al primer fotógrafo moderno de la historia, seguro que allá donde vaya estará esperándole su mujer Lisa Fonssagrives, a quién tanto fotografío, y tanto quiso.
Arriba la archiconocida fotografía de Pablo Picasso, entre otras.